Tras varios años convenciendo al resto de vecinos de su comunidad, los promotores de la idea han conseguido el beneplácito del resto para instalar los deseados trasteros en su terraza.
Han quedado encantados, de tal manera que sus convecinos se plantean seguir su ejemplo en breve.
Los trasteros se han integrado perfectamente en un espacio hasta ahora infrautilizado. Ya nadie subía a la azotea, ni siquiera a tender la ropa.